jueves, 27 de noviembre de 2014

Nota principal

UNA FORMA ALTERNATIVA DE TRABAJO
El fenómeno de las empresas recuperadas
El lema de las empresas bajo gestión obrera es: ocupar, resistir, producir. Aunque la toma de un inmueble sea un momento difícil, el desafío recién comienza.


La organización de los trabajadores en cooperativa de trabajo es una respuesta cuando los empresarios cierran las puestas y vacían las fábricas por los vaivenes del sistema económico. Si bien el proceso de lucha por la expropiación es largo y cansador, mantenerse en el mercado capitalista tampoco es fácil. Este fenómeno no solo implica a fábricas como metalúrgicas o gráficas, sino a colegios, gastronómicos, industrias alimenticias, madereras y de salud. Ejercitar una forma de economía alternativa implica superar obstáculos, económicos y  personales, en el día a día.
Actualmente existen en el país 311 empresas recuperadas, que ocupan a 13462 trabajadores. Si bien el auge se dio entre los años 2001 y 2002, el número de los emprendimientos crece cuando se presenta una situación de crisis económica mundial o regional, por más que ésta no impacte como lo hizo a principios de la década pasada. Según el Programa Facultad Abierta (organismo dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y encargado de relevar datos relacionados a las empresas recuperadas) el pico se encuentra en estos años, con 72 casos contabilizados, aunque se puede apreciar un ascenso con la crisis de las subprime, durante el período 2008/2009. El área metropolitana de Buenos Aires engloba a la mitad de las fábricas y emplea a 6308 trabajadores.
El paso de una empresa con dueño o patrón a una de gestión obrera es bastante conflictivo. Los ex dueños de las empresas, no sólo deben sueldos a sus trabajadores, sino que dejan muchas deudas con sus acreedores y proveedores. No son pocos los que reclaman a las nacientes cooperativas o los que deciden no seguir trabajando con ellos en el futuro.
Otro problema que se enfrenta es el vaciamiento de los establecimientos. Durante los primeros días del cierre por quiebra, es común que los dueños empiecen a sacar las máquinas. Cuando los trabajadores acuden a la justicia, buscando autorización para volver poner en marcha la producción, es difícil probar que ahí funcionaba una fábrica si el lugar está desocupado. Por esto es que los obreros optan por ocupar evitar este saqueamiento.
Desde afuera, pareciera que todas las cooperativas funcionan de la misma manera. Sin embargo, estas pueden ser bastante diferentes. La idea más difundida de estos lugares de trabajo es que todos cobran lo mismo. Sin embargo, solo 51,9% de las cooperativas opta por un reparto igualitarista. Así sucede en el restaurante Alé Alé, donde cada domingo se juntan a hacer un resumen de la semana y cerrar el libro contable y, cuando la situación lo requiere, hacen una asamblea mayor para tomar decisiones más importantes. Otra fábrica representativa del movimiento, Cooperativa Patricios, tuvo un sistema de salarios equitativos, pero con el tiempo se decidió escalonar las remuneraciones de acuerdo con el trabajo realizado. Además, no siempre las decisiones son tomadas entre todos los trabajadores en asamblea, sino que las elecciones que necesitan ejecutividad son resueltas por el comité de turno.
Fachada de Cooperativa Patricios
Hay proveedores y clientes con los que trabajaban que deciden cortar con esta relación después de la conformación de la cooperativa. Así ocurrió en el Instituto Comunicaciones, que dependía del club del mismo nombre. Advertidos por éste del inminente cierre de sus puertas, los padres y madres cambiaron a sus hijos de escuela sin darles la oportunidad a los maestros que buscaban iniciar la cooperativa. Esto provocó que, durante los primeros años, la cantidad de alumnos fuera ínfima.
Otra diferencia es la problemática de los establecimientos. Hay dos situaciones igual de conflictivas. Por un lado, está el tema de la expropiación que enfrentan la mayoría de las fábricas. Una vez que se logra conseguir, esta no es definitiva, sino que se extiende y se renueva en la Legislatura porteña por un periodo de dos o tres años como máximo. Esto es un impedimento para el crecimiento de las cooperativoas, porque les impide hacer un planeamiento a largo plazo. El otro caso es el obstáculo que tiene empresas como restaurantes. Al ser un lugar alquilado, muchos propietarios de locales no quieren alquilarles a cooperativas, por más que posean una matrícula de trabajo.

Una característica interesante de las fábricas y empresas recuperadas es el vínculo que crean con el barrio y la comunidad. Muchas de ellas reciben el apoyo de los vecinos durante la época de ocupación y resistencia, que se expresa con donaciones o interponiéndose entre la policía y el establecimiento para que no desalojen a los trabajadores. En la Cooperativa Chilavert, un vecino llegó al extremo de hacer un hueco en su pared para sacar pedidos y encargos, dado que  la puerta principal estaba bloqueada por la policía. Y el agradecimiento por parte de las fábricas no es menor. Son muchas las que usan los espacios vacios para dejar que se instalen centros culturales, como Chilavert, colegios para jóvenes y adultos o centros de salud, como en Cooperativa Patricios, o lugares para cursos de especialización, como en Maderera Córdoba. Así, se crea un círculo virtuoso de respaldos mutuos, fieles a los principios del cooperativismo y la solidaridad.

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