ENTREVISTA A
ANDRÉS RUGGIERI, DIRECTOR DEL PROGRAMA FACULTAD ABIERTA
“La nueva Ley de
quiebras les da demasiada potestad a los jueces”
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Andrés Ruggieri |
Al fuego de los
conflictos de principio de siglo, surgió un proyecto que hoy es un pilar de
consulta en el mundo de las Empresas Recuperadas por los Trabajadores. Su
mentor habla de sus orígenes y evolución en la última década.
-¿Qué es Facultad Abierta y cómo nace?
-Facultad
Abierta es un programa de extensión universitaria que surge en 2002, con
objetivos muy amplios que no estaban planteados para trabajar específicamente
con Empresas Recuperadas por los Trabajadores (ERT); pero, naturalmente, por el
momento que se vivía, conectamos primero con IMPA y después con las demás en
general. Trabajamos tanto en la fase de investigación como de extensión, dando
asesoramiento a ERT y docencia, ya que tenemos un seminario de investigación y
antropología social sobre empresas recuperadas y autogestión, que funciona en
Cooperativa Chilavert.
-¿Cómo surge este proceso de las ERT?
-Si bien toma
visibilización en pleno conflicto de 2001, en Argentina surgen en la década del
noventa, producto del modelo neoliberal y de la falta de respuestas del Estado.
Ante el cierre masivo de fábricas, se da un proceso de resistencia frente a la
desocupación estructural que los acorralaba.
La UOM Seccional Quilmes venía propiciando la formación de cooperativas
para mantener en funcionamiento ciertos establecimientos, las cuales, posteriormente,
forman el Movimiento de Empresas Recuperadas por los Trabajadores.
-¿Cuál fue el papel de los sindicatos en esta lucha?
-En un comienzo,
los sindicatos tienen una actitud indiferente y hasta contraria al proceso de
recuperación de empresas, salvo la excepción que mencioné, que fue la única
iniciativa sindical seria y, si se quiere, de vanguardia, y, tiempo más tarde,
la Red Gráfica Cooperativa. Cuando cerraba un establecimiento fabril
metalúrgico, la respuesta de los gremios era “traten de cobrar la indemnización
y busquen otro trabajo”. En los 90, era una respuesta sin salida. Con una
empresa vaciada y quebrada, era muy difícil cobrar la indemnización y, mucho
más, encontrar otra fuente laboral. Legalmente, los trabajadores ni siquiera
podían considerarse despedidos. Hay que tener en cuenta que muchas empresas
utilizaron la figura de cooperativas de trabajo de manera fraudulenta, como
forma de precarización laboral. La propuesta era: “Ustedes renuncien, y los
contratamos, nuevamente, como cooperativistas”.
-¿Cómo actua la nueva Ley de Quiebras en el proceso
de recuperación de una empresa?
-La Ley de Quiebras
del 95 facilitaba la quiebra de la empresa mediante un proceso que buscaba la
eliminación de la industria como mecanismo básico de apropiación de capital, e
imposibilitaba la continuidad de la producción por los trabajadores. Pero había
una vía alternativa, que era ejercer presión sobre los legisladores para que
votaran la expropiación de la empresa. Cuando ésta se reforma, en 2011, se les
da demasiadas prerrogativas a los jueces para que manejen el cierre. La
potestad es de los jueces. Hay toda una serie de maniobras jurídicas que hacen
que todo se vaya prorrogando. Si bien la reforma busca una solución al
conflicto, el camino puede durar años. En la práctica, es más engorroso que
antes. La presión sobre los legisladores es casi nula, porque primero hay que
demostrar que la nueva Ley de Quiebras no resuelve el conflicto, lo que prolonga
la duración desde que la empresa cierra hasta que los trabajadores comienzan a producir
nuevamente.
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